lunes, 18 de marzo de 2019

MI VISITA A EL SALVADOR Y GUATEMALA EN MOMENTOS DIFÍCILES | 2019

Por: Steven M. Arana

Uno de mis mayores anhelos siempre ha sido conocer otros países, aprender de otras culturas, otras gastronomías, sentir la calidez de otro pueblo, etc. Mi primera salida de Nicaragua sería inolvidable. ¡Y realmente fue inolvidable!

Como ya han podido ver en mi blog, me gusta conocer lugares y he tenido la oportunidad de ir conociendo Nicaragua poco a poco, muchas de mis visitas no han sido documentadas, pero en cada nota trato de revivir mi primera experiencia. 

Hasta el momento, los viajes dentro de Nicaragua que más me han gustado han sido: Reserva Bosawas, Ocotal, Jalapa y Ometepe; lamentablemente no tengo ninguna nota escrita sobre estos lugares pero que sin duda, espero pronto viajar nuevamente a esas ciudades y poder compartir con ustedes lo bello que es mi país. 

Ésta nota será algo completamente personal, ya que quiero compartir con ustedes, como dice el título del blog, mi primera visita a El Salvador y lo frustrante que fue para mí estar lejos de mi país. 

A como digo al inicio, yo pensé que mi primera salida de Nicaragua sería completamente inolvidable, y no es que diga que no lo fue, pero mi experiencia fue todo lo contrario de lo que esperaba.

Mi estadía en El Salvador fue de 3 días y el recorrido fue terrestre, así tipo mochilero. El motivo del viaje fue religioso y aquí comienzo mi anécdota. 

Luego de 3 meses de protestas, ansiedad y lágrimas, Gabriela, quien fue mi roomie por casi dos años, me confirmaba el viaje que esperábamos desde inicios de 2018. El viaje, más que religioso, tendría que desconectarme del caos en el que estaba envuelta Managua y el país entero.

Un día antes de partir rumbo al triángulo norte de Centroamérica, recibía la trágica noticia del fallecimiento de un familiar, esto hacía más difícil concentrarme en el viaje, por lo cual, ese 4 de julio de 2018, compartí ese momento de luto con mis primos y tíos. 

Yo vivía en Bello Horizonte, no tenía nada listo para salir de viaje, nuestro punto de reunión sería en la iglesia Fraternidad Cristiana Bethel, donde nos esperaba el microbús y el resto de personas que irían al viaje. En total éramos 10 personas.

El ambiente se sentía tenso, el país aún seguía sumergido en la violencia y el temor se apoderaba de muestra mente.

Salimos del país por la frontera de el Guasaule,  en las oficinas nicaragüenses de migración, registramos nuestra salida del pais e hicieron una revisión rápida de maletas. Nuestra segunda parada sería en las oficinas de migración de Honduras, en la cual nos esperaba una gran fila de gente, que gracias a Dios, avanzaba rápido. 

Después de una foto y registro de huella dactilar en la oficina de migración hondureña, continuamos nuestro viaje. El panorama cambiaba completamente, carreteras en mal estado, polvo y mucha basura en las calles, ¡un completo desorden! nuestro paso por Honduras fue rápida y pronto llegamos a la siguiente frontera.

Tras recorrer medio día, llegamos a la frontera El Amatillo, Honduras con El Salvador, donde nuevamente tuvimos que bajar del microbús para registrar nuestra salida del pais hondureño y luego de pasar un puente aéreo, pisabamos tierra salvadoreña.

Nuestro registro de entrada a El Salvador fue mucho más rápido y la trabajadora de migración fue completamente amable. De ahí retomamos nuestro camino directo a San Salvador. 

Debo contarles un episodio muy preocupante al entrar a la capital. Resultó que Gabriela, quien era encargada del viaje, se iba guiando con Google Maps para llegar a la ubicación donde nos reuniriamos con otro grupo de viajeros, resulta que la aplicación nos llevó a otro rumbo y entramos a un barrio muy parecido a los de Managua, pero nos topamos con una calle que no tenía salida, osea, era un tope; de repente un grupo de chavalos en bicicleta comenzaron a rodear el microbús, en ese momento nuestra reacción fue de susto y no sabíamos que hacer, al vernos en tremenda situación,  el conductor del microbús se vio obligado a bajar el vidrio de su ventana; al hacer esto, uno de los chavalos en bicicleta se acercó y lo primero que hizo fue pedir dinero. Mi cara fue de asombro, pensé que nos habíamos metido en un tremendo problema; el conductor al escuchar la pregunta la esquivó diciendo: Hey disculpa, venimos de Nicaragua a un evento de una iglesia y nos hemos perdido - y continuó con la siguiente pregunta - ¿Como podemos retomar la carretera Panamericana? Esperando lo peor, el chavalo que se había acercado a la ventana del conductor, muy amablemente dijo como podíamos salir de esa carretera. En ese momento sentimos un alivio a que este incidente no haya pasado a más y así continuamos nuestro viaje.

Ya nos había agarrado la noche y aún seguíamos buscando la ubicación. Algo que pude notar, es que la ciudad es otro mundo, tiene una infraestructura increíble, muchos puentes desniveles. 

Un par de horas después,  nos encontramos con el otro grupo y continuamos juntos el resto del viaje ya que no era San Salvador el final de nuestro destino, sino otro municipio llamado Santa Ana. Como ya era de noche, no podíamos apreciar como era el lugar, lo único, una especie de Castillo, áreas de campo super grandes y un auditorio algo descuidado. El frío era increíble y lo primero que debíamos hacer era cenar, así que nos dirigimos a un amplio comedor. La cena no fue tan buena y así terminamos nuestro primer día de viaje. 

COMPARTO HABITACIÓN CON HONDUREÑOS Y SALVADOREÑOS.

Quiero comentarles sobre el lugar donde nos quedamos a dormir la primera noche. Tras atravesar el gran campo en el centro del recinto, llegamos a unas habitaciones amplias, donde habían aproximadamente 6 literas en cada cuato, esto quiere decir que eran para 12 personas. Los cuartos tenían 2 servicios higiénicos, 2 baños y un lavabo con agua caliente. 

El edificio donde nos quedamos esa noche era sólo para hombres. En nuestra habitación habían 4 hondureños,  4 salvadoreños y 4 nicaragüense. En el resto de habitaciones habían panameños, mexicanos, dominicanos, etc.

EL MEJOR AMANECER DE MI VIDA.

Fui casi uno de los últimos en levantarme. Desde las 4 de la mañana, mis compañeros de cuarto comenzaron a alistarse. El frío que hacía era increíble.  Uno de mis compañeros nicaragüense, que durmió en el segundo piso de la litera donde yo dormí,  se había despertado mucho antes y me dijo que la vista de afuera era sorprendente. Me apresure para alistarme e ir a ver el amanecer. 

Ya listo y bien peinadito, procedí a salir del cuarto, yo temblaba del frio; en el tercer piso del edificio había un mirador y mi compañero me había pedido que le avisará porque él no había podido subir.

Al salir, quede sorprendido de lo que estaba viendo, no me había imaginado lo bello que era el paisaje. Me apresure a subir a la terraza y lo que miraba frente a mi, parecía sacado de un cuento. Una laguna inmensa reflejaba con claridad el azul del cielo y en el fondo, los cerros que daban la mejor armonía al paisaje.

Desde donde me encontraba lograba visualizar un pequeño muelle y le dije a mi compañero - vamos, bajemos al muelle - en ese comento comenzamos a cruzar corriendo el gran campo del recinto. Fue el amanecer más largo que había visto en mi vida.

LÁGRIMAS DE PATRIOTISMO.

Dentro de las actividades a realizar en el día, estaba un espacio cultural, donde cada país debía representar de una forma creativa el folklore y cultura del país. 

Para nosotros era u  momento especial ya que Nicaragua estaba viviendo momentos difíciles, sabíamos que seríamos el centro de atención y que la gente esperaba algo emotivo de nuestra parte.

Comenzamos a prepararnos, nuestro número cultural sería cantar NICARAGUA MÍA. Hicimos 4 ensayos y preparamos un baile folklórico. Cada país tuvo mucha originalidad en sus presentaciones y llego nuestro turno.

Sabía que para mi sería difícil, la situación del pais me había afectado de una forma directa y en estos momentos me encontraba completamente frágil. Mi cuerpo temblaba al subir al escenario y comenzamos a cantar.

Mi corazón palpitaba a mil por horas,  frente a mí, sólo podía ver a un gran grupo de personas que miraban en nuestros rostros el dolor de un país en crisis. Yo miraba hacía el cielo para aguantar las ganas terribles de llorar, pero no pude contener mi tristeza.

La garganta no me daba para más,  cierro los ojos mientras continúo cantando y siento como las lágrimas caían por mi mejilla, no lo pude soportar. Me dolía tanto estar lejos de mi país, no podía creer que todo esto estaba pasando.

Al bajar del escenario, rápidamente seque mis ojos, la única que había notado mi reacción fue Gabriela.

CÓMO LLEGAMOS A GUATEMALA.

El día había transcurrido de lo más tranquilo pero había que partir del campamento e ir rumbo a la capital. Ya en San Salvador, estuvimos en otro evento, el cual terminó hasta las 10 de la noche, luego nos reunimos en unas mesas que se encontraban en el centro de un edificio con estilo colonial. Las delegaciones estaban aprovechando para conocer la ciudad de noche, pero nosotros teníamos otro plan.

A las 4 de la mañana del día siguiente, nos alistamos para irnos a la frontera, pero no a la frontera con Honduras, sino, nos estábamos dirigiendo a Guatemala. Esto se nos había ocurrido luego de saber que estábamos cerca de la frontera y que sería una buena oportunidad para ir y conocer rápidamente Guatemala. 

Desde que entras a Guatemala sentís un clima diferente, el relieve cambia y el país te enamora con su majestuoso paisaje. Nuestro recorrido culminó en Casa de Dios, luego regresamos a Managua.

Esas pocas horas en Guatemala, me dejó un buen sabor, por lo cual, he prometido regresar a ese país que me ha dejado enamorado.

"El retorno a la tierra natal ha sido tan sentimental, y tan mental" que ha como dice este fragmento del poema Retorno de Rubén Darío, regresar a Nicaragua era regresar a la insertidumbre de no saber qué pasará con el futuro del país. El viaje habia logrado su objetivo, lograr despegar ese instinto de violencia en mi vida.

Definitivamente todo cambio en mi vida a raíz de este viaje, motivo por el cual he querido compartir con ustedes esta experiencia. 

Mi anhelo es que Nicaragua pueda gozar de una paz verdadera, que la juventud se fortalezca y crezcan los grandes líderes del mañana. Si, confío que en Nicaragua hay jóvenes con grandes capacidades y espero de corazón que en estos tiempos difíciles descubran su potencial.

No me imagino tener que irme de mi país y debo confesar que durante escribía este nota, derrame lágrimas al recordar esos momentos oscuros de nuestras vidas.

Te amo Nicaragua. 

ANEXOS

Casa de Dios, Guatemala.

Santa Ana, El Salvador.

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